Capítulo 2368 Suegros desaparecidos
Mientras las nubes oscuras se cernían sobre sus cabezas, la noche se envolvió en una bruma nebulosa. La luz de la luna, antes luminosa, se atenuó bruscamente. Era una apacible noche de invierno, al parecer tranquila e imperturbable.
En medio de esta quietud, una figura vestida con ropas negras y sigilosas cruzó silenciosamente el muro y se dirigió a la habitación de Santiago.
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