Capítulo 6 ¿Él era aquel hombre?
Elena ya tenía un pie dentro del Accord cuando de pronto vio a Mateo abriendo la puerta del Maybach y se quedó congelada, mientras que Santiago y Liam también estaban con los ojos agrandados. «¿Mateo tomó prestado este Maybach que vale al menos 5 millones? ¿Có... cómo es posible?»
La escena era incómoda, pues todos se le quedaron viendo a Mateo mientras él se sentaba frente al volante.
—Se está haciendo tarde, vamos de inmediato —dijo Mateo desde la ventana del auto.
En ese momento Elena entendió la situación. Le lanzó una mirada a su esposo y amos de bajaron del Accord de inmediato. ¡Uno tendría que estar loco para elegir un Accord en lugar de un Maybach! ¿Acaso recoger a Sasha en un Accord le daría una buena imagen? Bueno, ¡eso dependía de la competencia! A comparación con un Maybach, ¡la diferencia era entre el cielo y la tierra!
Liam se quedó arraigado en el mismo lugar boquiabierto y no se recuperó de su sorpresa por un largo rato. Poco después de eso, Elena observó el interior del auto con curiosidad y envidia mientras estaban sentados en el auto. Aunque ella no sabía sobre autos, se dio cuenta de que era un vehículo extravagante.
Era extremadamente cómodo relajarse en los asientos de piel que la hacían sentir como si estuviera disfrutando servicios de primera clase en una aeronave, con muchas funciones ajustables que nunca había visto. Las luces ambientales tenían los ajustes correctos. Mientras iban en la carretera, todo estaba tan tranquilo, sin ningún ruido externo que hasta se podía escuchar la caída de un alfiler y lo más importante, el viaje era increíblemente suave; incluso cuando la superficie de la carretera estaba desnivelada, adentro no se sentía ni el más pequeño bache. ¡En verdad era un auto lujoso! Santiago tenía más conocimiento sobre autos, por supuesto; con tan solo una mirada se dio cuenta de que ese vehículo era más caro que el de su padre. Después de guardar silencio, al final no pudo evitar preguntar:
—Mateo, ¿de dónde sacaste este auto?
Elena se giró para mirar a Mateo. Ambos conocían muy bien la situación de él; era extraño que él siquiera tuviera un amigo que tuviera un auto, así que, ¿de dónde tomó este auto lujoso?
—Un amigo me lo prestó —contestó Mateo en voz baja.
—¿Qué amigo? ¿Cómo se llama? —preguntó Santiago apresurado.
—No lo conoces.
Eso fue todo lo que Mateo respondió. Santiago insistió con más preguntas, pero Mateo solo le daba respuestas cortas, lo cual decepcionó un poco a Santiago. Él concluyó que el amigo de Mateo no era una persona honorable, de lo contrario, no sería tan reservado al respecto.
—Mateo, una persona debe vivir una vida honesta. No es algo aterrador ser pobre, es más aterrador vivir una vida vacía —dijo Santiago con indiferencia y después cerró los ojos y dejó de hablar.
Elena pudo entender vagamente a lo que su esposo se refería y miró a Mateo con desprecio una vez más.
Al llegar al aeropuerto, no tomó mucho para que un grupo de personas saliera y en especial, había una mujer llamativa entre ellos. Llevaba una blusa blanca bajo una chaqueta negra y una falda de tubo, vestida como una mujer de negocios. Su piel era tan blanca como la nieve y tenía una gran figura. La mitad de su rostro estaba detrás de sus lentes de sol mientras que la otra mitad expuesta eran tan delicada que causaba envidia en los demás.
Ella era la esposa de Mateo, Sasha Coronel, quien alguna vez fue la belleza número uno en Eastcliff, pero ahora había un hombre con un atuendo exagerado a un lado de ella. Desde la ropa Armani que llevaba hasta el reloj Patek Phillipe en su muñeca, era obvio que venía de una familia extraordinariamente rica.
El joven se llamaba Francisco Cuevas. Era un heredero de la familia Cuevas en Eastcliff. Francisco había estado seduciendo a Sasha desde hace algunos años y seguido le decía a la gente que algún día la conquistaría. Fue una sorpresa que ambos regresaran en el mismo avión y que incluso estuvieran caminando juntos, lo cual lastimó el corazón de Mateo aún más, pero Santiago y Elena estaban listos para darles la bienvenida.
—Por dios, ¡joven Cuevas! ¡Lamento la molestia de cuidar de Sasha! —exclamó Elena con una sonrisa agradable, pensando en que su familia podría volver a tener poder si Sasha se casaba con él. Una mirada de desprecio volvió a aparecer en su rostro cuando comparó la ropa desgastada que llevaba Mateo; una gran diferencia se interponía entre él y Francisco, como la noche y el día. ¿Y qué si podía pedir prestado un auto de lujo? Para la familia de Francisco, comprar un Maybach era como comprar un juguete. Además, les pertenecería a ellos mismos, así que ¿cómo podría compararse con un auto prestado?
—Es demasiado amable, Señora Coronel. ¡Es un placer!
El corazón de Mateo latió con un poco más de fuerza mientras los escuchaba. La voz sonaba muy familiar; «¿No es la misma voz que la del hombre que contestó el teléfono de Sasha anoche?» En ese momento, el corazón de Mateo se puso frío. «Así que mi esposa estaba pasando la noche con este hombre en la misma habitación».
Mientras sus padres seguían conversando con Francisco, Sasha se acercó a Mateo con una expresión estoica.
—Vayamos a casa, estoy cansada —dijo con una voz fría sin siquiera mirar a Mateo. Era como si él no existiera para ella.
—Por dios Sasha, ¿por qué tanta prisa? ¡No es fácil encontrarse con el joven Cuevas, así que conversemos con él un poco más! —dijo Elena.
Sasha la ignoró, le aventó su equipaje a Mateo y se marchó. Mateo apretó sus dientes y quiso aventar el equipaje hacia un lado, pero al final pudo contenerse. Aun no estaba seguro de lo que había pasado la última noche, así que, aunque quisiera estallar, primero debía descubrir todo.
Mientras Mateo caminaba detrás de Sasha en silencio, Francisco apareció de repente:
—¡Yo te llevo, Sasha! —Francisco sonrió y continuó—. Acabo de comprar un Ferrari, ¿por qué no vienes a probarlo conmigo?
—¿Un Ferrari? —exclamó Elena con impacto—. ¡Ese no es un auto barato! ¿Cuánto gastaste en él?
—No mucho. Tan solo un poco más de 7 millones —Francisco sonrió ligeramente—. Gané un poco de dinero extra en mi último proyecto, así que compré un auto para premiarme.
—Joven Cuevas, ¡sí que es un joven prometedor! ¡Qué admirable que ya seas un hombre de negocios tan destacado a tan corta edad! —Elena suspiró y le lanzó una mirada fría a Mateo, como si estuviera pensando que la diferencia entre ellos era demasiado grande.
—Sasha, ¿por qué no acompañas al joven Cuevas y hablan sobre negocios en el camino?
Sasha no respondió y Francisco sonrió mientras decía:
—Es verdad, Sasha. Últimamente, nuestra empresa está considerando una inversión en el sector médico. ¡Podemos hablar sobre eso mientras vamos a casa!
Estaban conversando mientras se acercaban a la entrada cuando vieron un auto deportivo color rojo fuego estacionado afuera, atrayendo atención y atrapando miradas. A un lado de este, había un joven quien se acercó corriendo a Francisco en cuanto lo vio.
—¡Aquí está su auto, joven Cuevas!
Francisco tomó la llave y abrió la puerta del auto, sonriéndole a Sasha como un caballero como señal de que subiera.
—Por favor, señorita Coronel.
Las chicas alrededor miraron a Sasha con envidia; no había muchas personas que rechazaran el acto caballeroso de un hombre rico con un auto de lujo.
—Vamos, Sasha. No dejes esperando al joven Cuevas.
No obstante, Sasha lucía indecisa, como si siguiera considerándolo y Mateo sintió dolor en su corazón. «Sasha Coronel, yo soy tu esposo y vine hasta aquí para recogerte, ¿pero estás considerando subirte al auto de otro hombre? ¿No deberías tener cuidado con tus acciones ahora que eres la esposa de alguien?» Pensó Mateo.
Francisco le sonrió a Mateo al ver que Sasha estaba indecisa y dijo:
—No te importa si Sasha y yo nos vamos para hablar de negocios, ¿verdad, Mateo?
Mateo se quedó en silencio mientras arrastraba el equipaje con él y lo ponía en el maletero del Maybach. Sasha no pudo contener su sorpresa y después de pensarlo un poco, soltó un suspiro y sacudió su cabeza con impotencia.
—Lo siento joven Cuevas, pero me gustaría ir a casa con mi familia. Discutiremos esta oportunidad de negocio en otra ocasión.
Mateo estaba sentado en el auto con sus manos echas puño, pensando en la situación. Si Sasha de verdad se sube a otro auto, significaría el final de su matrimonio y el final de todo. Pero si ella decidía no hacerlo, ¿Mateo aún podría salvarlo? Aun así, no pudo evitar sentir una punzada de dolor en su corazón mientras observaba su rostro frío y pensaba, ¿Acaso es una experiencia tan agonizante regresar a casa conmigo? Si no hubiera venido, ¿hubiera regresado a casa con Francisco?
La presencia de Mateo enfureció al hombre que estaba al lado de Francisco.
—Maldición, ese tal Lara no es nada más que un hombre inútil que depende de su esposa. ¿Cómo se atreve a no mostrarte respeto? Joven Cuevas, espere aquí; ¡le daré una lección!
Francisco lo jaló cuando estaba a punto de dar un paso. Al ver el Maybach, el rostro de Francisco se puso pálido, como si hubiera visto un fantasma y dijo con la voz temblorosa:
—N... ¡No vayas!
—¿Por qué no? —preguntó el joven, confundido.
Francisco se quedó en silencio y no apartó la mirada hasta que Mateo se marchó en el auto, y después soltó un gran suspiro, como si se hubiera quitado un gran peso de encima.
—¿Qué sucede, joven Cuevas? —preguntó con curiosidad—. Es solo un simple Maybach que no cuesta más de 5 millones. ¿Por qué deberíamos temerle cuando tenemos un auto que vale 7 millones?
Francisco le lanzó una mirada y dijo entre dientes:
—No sabes nada. No se trata del precio del auto, ¡sino del logo que tiene!
—¿Cuál logo? ¿La matrícula? ¡Es una matrícula normal! ¡El número de su matrícula con los ocho dígitos triples cuesta mucho más que esa!
—Me refiero al permiso en el auto —dijo Francisco con los dientes apretados—. ¿No lo viste? Es el permiso de entrada al Jardín Lakeside. En toda la ciudad, solo existen menos de 50 de ellos. Tan solo el permiso cuesta más de mil millones. ¿Cómo puedes compararlo con eso?