Capítulo 1 No quiero ser un estorbo para ti
—Mateo, si te casas conmigo, tendrás que vivir una vida matrifocal. No solo tendrás que cumplir con las tres obediencias y cuatro virtudes, ¡sino que también tendrás que cortar lazos con tu familia!
—Es tu hermana, así que, ¿por qué deberíamos gastar nuestro dinero para salvarla?
—¿Estás diciendo que se trata de una vida humana? ¿Qué vale la vida de tu hermana? Los Lara son una familia inútil, de lo contrario, ¿por qué elegiste ser un yerno mantenido?
Mientras Mateo Lara se estaba apresurando hacia el hospital, las voces burlonas de la familia de Sasha Coronel, su esposa, seguía sonando en sus oídos dentro de sus recuerdos.
Mateo nació en una familia grande y gloriosa, pero cuando tenía 12 años, se enfrentaron a un desastre inesperado que los eliminó en una sola noche. El padre de Mateo murió mientras trataba de proteger a su familia. Su madre sufrió graves heridas y apenas pudo escapar con él y su hermana Natalia. Sin embargo, su madre falleció después de resistir por 5 años debido a una recaída de sus viejas heridas, dejando a los hermanos dependiendo uno del otro.
Mateo ya no recordaba la razón por la cual su familia sufrió un desastre tan horrible, pero antes de que su madre falleciera, le dio una pieza de jade con cuidado extremo; aunque ella no lo dejó en claro, Mateo tuvo la sensación de que la aniquilación de su familia se debía a esa pieza de herencia familiar. Cuando estaba muy joven, escuchó de su padre que ese objeto tenía el secreto de la prosperidad de los Lara. Sin su madre, Mateo tomó la responsabilidad de criar a su hermana a los 17. A pesar de todas las dificultades, de alguna manera pudo salir adelante con muchas dificultades.
Hace 3 años, diagnosticaron a Natalia con leucemia. Mateo se casó con Sasha Coronel por el comprometedor precio de 100 mil para pagar el tratamiento de Natalia. En esos 3 años, Mateo se convirtió en su esclavo y sufrió de interminables humillaciones en la familia, pero lo aguantó todo. Ahora que Natalia por fin había encontrado un donante de médula ósea adecuado después de que su condición empeorara, ahora necesitaba otros 300 mil para los gastos de cirugía.
Su esposa Sasha se encontraba en un viaje de negocios y no podía comunicarse con ella por teléfono, así que fue con los Coronel para pedir un préstamo ya que él no podía juntar el dinero. Como resultado, lo echaron de la casa sin compasión. Después de eso, Mateo fue a la oficina del director del hospital. Apretó su mandíbula antes de abrir la puerta; dentro de la habitación, había un hombre sentado de apariencia arrogante que llevaba lentes: Javier Zavala, el director del hospital; también era el superior de Sasha en la escuela y probablemente uno de sus pretendientes. Cuando ella se casó con Mateo, Javier fue quien más lo maldijo a sus espaldas.
La familia Zavala estaba involucrada en los negocios del campo médico, y Sasha consiguió un trabajo para Mateo en ese mismo hospital. Al inicio, él estaba trabajando con consultas en una oficina, pero gracias a la influencia de su familia, Javier comenzó a complicarle las cosas después de volverse director y lo mandó a que limpiara pisos. Y así, Mateo pasó de ser parte del personal de apoyo a ser equipo de limpieza. A pesar de ello, solo podía tragarse el insulto y humillación en silencio porque Natalia estaba recibiendo tratamiento del mismo hospital y él estaba dispuesto a hacer lo que fuera para mantener a su hermana con vida.
—Director Zavala —comenzó Mateo, suplicando—. Sasha está en un viaje de negocios y es probable que esté ocupada, así que no puedo comunicarme con ella por teléfono. Tal vez usted...podría encargarse de los preparativos para la cirugía de Natalia. ¡En definitiva pagaré los gastos!
Javier solo resopló al escuchar eso.
—Mateo, has estado trabajando aquí por un buen rato y ya deberías conocer las reglas del hospital. 300 mil no es una cantidad pequeña. ¿Qué debería hacer si después te rehúsas a pagar?
Mateo enfureció de inmediato y habló en voz baja:
—Directo Zavala, he estado trabajando en este hospital por tres años. ¿Cree que soy el tipo de persona que no paga?
—¿Quién sabe? —dijo Javier con indiferencia—. Tampoco cualquier hombre se ofrecería a ser el yerno mantenido. Así que no sería nada del otro mundo si un hombre que está acostumbrado a depender de su esposa se atrasara en pagar sus deudas.
La expresión en el rostro de Mateo cambió de forma drástica mientras apretaba la mandíbula.
—Director Zavala, no he recibido ningún salario por los tres años que he estado trabajando en este hospital. Aunque puede que no sume los 300 mil, tampoco está tan alejado. Cuando Sasha regrese, tomaré prestado de ella.
—No esperes a que regrese, ¡tómalo prestado ahora! —dijo Javier con una risa—. ¿Dices que Sasha no responde tus llamadas? ¿Qué tal si... yo le llamo? —preguntó mientras la llamaba desde su teléfono. Solo sonó tres veces antes de que ella contestara:
—¿Qué tal, director Zavala?
El corazón de Mateo se destrozó. En los últimos días, él había llamado a Sasha más de 100 veces, pero ella no contestó ni una sola vez. Mientras tanto, Javier solo la llamó una vez y ella ya había respondido. ¿Qué probaba esto? Aunque ellos estaban casados desde hace 3 años y solo existían en papel como una pareja casada, Mateo nunca la había tratado mal. Aunque ella lo menospreciaba, él aún la miraba como su esposa y de verdad la trataba bien. «¿Así es como me trata a cambio?» Pensó para sí mismo.
—No es nada, solo hablé para saber cómo estabas —dijo Javier y después agitó su teléfono frente a Mateo de forma engreída.
Mateo sintió que su corazón estaba a punto de explotar. Justo cuando estaba a punto de decir algo, Javier se adelantó por un segundo:
—Lo siento, pero estoy un poco ocupado ahora. ¡Adiós, Sasha! —dijo Javier y luego terminó la llamada sin darle oportunidad a Mateo de decir algo.
—¿Viste eso, Mateo? Ella no está ocupada, ¡solo no quiere responder tus llamadas! —Javier lo miró de reojo y continuó—. ¿Acaso estás tan acostumbrado a depender de la familia de tu esposa que estás subestimando todo lo que los Coronel están haciendo por ti?
Mateo apretó sus manos hasta formar puños firmes, pues todo lo que pasó lo estaban llevando al límite de su cordura; la condición de Natalia, la indiferencia de Sasha y las burlas de los Coronel.
—¿Por qué no mejor te doy una idea? —dijo Javier de repente mientras se reía.
—¿Qué idea? —preguntó Mateo con los dientes apretados, lanzándole una mirada.
—¿Que no tienes dos riñones? ¡Tal vez podrías juntar algo de dinero si vendes uno! —se burló Javier y continuó—. No es ningún secreto que Sasha no duerme contigo, así que, ¿para qué necesitas dos riñones?
Mateo salió de la oficina con el rostro pálido mientras Javier se reía, y después fue a la habitación de Natalia con una expresión decaída. Al entrar por la puerta, vio que el paciente en la sala no era Natalia.
—¿Por... por qué están aquí? ¿En dónde está mi hermana? —preguntó con prisa y preocupación.
Los familiares del paciente voltearon los ojos y dijeron:
—¿Te refieres a la niña de antes? ¡Parece que la echaron porque no pagó sus deudas!
—¡¿Qué?! —exclamó Mateo y después salió corriendo de la sala. Acababa de llegar a las escaleras cuando escuchó un grito afuera del edificio.
—¡Alguien acaba de saltar del edificio!
Mateo corrió hacia la escena y vio una figura débil acostada sobre un charco de sangre en el jardín frente al edificio del hospital; ¡Era su hermana Natalia!
—¡Natalia! —Mateo dejó escapar un grito estridente mientras corría hacia ella y la tomaba en sus brazos.
Natalia apenas estaba respirando, pero forzó una sonrisa en su rostro débil al verlo:
—Mateo, todos están diciendo que soy un estorbo para ti. Yo... me iré ahora y no te estorbaré de ahora en adelante. Debes vivir bien...
—Natalia, ¿quién te dijo eso? —Mateo giró su cabeza y gritó—. ¡Ayuda! Alguien, ¡por favor ayuda!
Algunos doctores y enfermeros corrieron hacia ellos, pero Javier los detuvo con una advertencia:
—Ellos siguen debiendo más de 30 mil dólares al hospital. ¿Van a pagar sus deudas si la salvan ahora?
El personal del hospital se quedó aturdido al escuchar eso y no se atrevieron a ayudarlos.
—Mateo, deja de gastar dinero... —Natalia apretó sus brazos mientras la sangre seguía saliendo de su boca, aun forzando una sonrisa—. Estoy feliz de haber sido tu hermana en esta vida. Por desgracia, esta vida es demasiado...demasiado corta. Si hay otra vida en el futuro, yo...yo quisiera ser tu hermana de nuevo —Al decir eso, Natalia soltó su agarre y su mano cayó sin vida.
Como si un cuchillo hubiera atravesado su corazón, Mateo la sostuvo con fuerza y gritó:
—Natalia, ¡no me dejes! ¡No!
Una multitud se juntó a su alrededor e hizo un alboroto cuando de pronto uno de ellos exclamó:
—¿Por qué sus... lágrimas son rojas?
—¡Lágrimas de sangre! ¡Está llorando lágrimas de sangre!
Mateo se había quedado sin lágrimas y ahora estaba desprendiendo gotas de sangre que caían por sus mejillas, mezclándose con la sangre de Natalia. Sin embargo, nadie se dio cuenta que poco a poco, esa mezcla la estaba absorbiendo el dije de jade en su pecho. De pronto, un fuerte golpe resonó en la cabeza de Mateo, seguido de una voz desolada que sonaba como si hubiera viajado a través de un largo pasaje de la historia. La voz habló en su cabeza:
—Soy Cristopher Lara, el líder fundador del clan de los Lara y el Doctor Milagroso. Transfiero los conocimientos de toda mi vida a este colgante de jade, y mis descendientes descubrirán los secretos de este dije utilizando la sangre de los Lara. ¡Hereda mis conocimientos y practica la medicina para ayudar y salvar a la gente!
Luego de eso, una gran cantidad de información comenzó a invadir la mente de Mateo; en ese momento, todo lo que podía sentía era como si su cabeza se fuera a partir en dos. Tomó un largo rato antes de que la transferencia de información terminara. Cuando Mateo abrió sus ojos de nuevo, un rayo de luz fluía en su mirada. Mateo observó a Natalia en sus brazos y pudo ver que su fuerza vital aun no desaparecía por completo. Sin dudarlo, aplicó presión en algunos puntos de presión para mantenerla con vida antes de llevársela del hospital.