Capítulo 9 Despertando a un paciente en estado vegetativo
Mateo caminó hacia la cama y soltó un suspiro. La señorita que estaba en la cama era preciosa; en términos de apariencia, no era menos atractiva que Sasha. Si embargo, era devastador mirarla pues luego de perder tanto peso, se había reducido a una figura huesuda. Mientras caminaba alrededor de la cama, Mateo levantó su cabeza de repente y preguntó:
—¡Señor Navarro, ¿cuánto le pagó a Benjamín para que cuidara de la señorita Navarro?
—¡No le estoy ofreciendo mis servicios al señor Navarro por dinero! —clarificó Benjamín enseguida—. Tengo una amistad muy cercana con él, ¡y siempre he tratado sus problemas como si fueran míos!
Guillermo se quedó en silencio y sus ojos estaban teñidos de gratitud; estaba muy conmovido por cómo Benjamín había cuidado de su hija en los últimos 6 meses. Sin embargo, Mateo respondió a lo que Benjamín dijo con una burla:
—¿No estás tomando ni un centavo de él? Benjamín, ¡sí que mereces un castigo!
—¿De... ¿De qué rayos hablas? —desafió Benjamín con furia.
Guillermo también estaba un poco molesto y se preguntó a qué se refería Mateo exactamente. Mateo ignoró a Guillermo, miró a José y anunció:
—Señor Higuera, ¡no hay ningún error con su técnica de acupuntura!
—¿Eh? —Joseph se sorprendió al escuchar eso—. Pero no solo la señorita Navarro no despertó después de lo que hice, sino que su condición...empeoró. ¿Por qué sucedió eso?
—¡Es porque alguien usó trucos en su cuerpo! —Mateo miró a Benjamín con una ligera sonrisa y continuó—. Alguien la inyectó con una aguja de plata de antemano para bloquear sus puntos de acupuntura y por eso, al utilizar técnicas de acupuntura solo hará que pierda su fuerza vital con más rapidez. Cuando su condición se deteriore, ¡es posible que muera por ello!
El rostro de Benjamín se puso blanco como una hoja de papel en un instante y comenzaron a salir gotas de sudor de su frente. Guillermo lucía agitado y le lanzó una mirada contemplativa a Benjamín pues él era quien más contacto había tenido con su hija en los últimos 6 meses y por ello, era fácil saber quién podría ser el culpable.
—Mateo Lara, ¿e... estás culpándome a mí? —Benjamín fingió estar tranquilo y continuó—. ¡Primero debes de tener pruebas antes de acusarme al azar! He estado aquí por medio año. ¿Estás diciendo que yo soy quien hizo esos trucos sobre la señorita Navarro?
—Sé paciente por favor, ¡sabremos la verdad ahora mismo! —
Mateo se dirigió a la cabecera de la cama, donde la señorita Navarro estaba acostada. Mateo sostuvo su frente con su mano y después tocó con dos dedos varios puntos de acupuntura en su rostro. Al mismo tiempo, sacó tres agujas de plata con su mano izquierda y enseguida las clavó en el rostro de la señorita Navarro con precisión. Después de que las agujas se encontraban en los puntos de acupuntura, un pequeño bulto salió de la frente de la chica en un instante, y parecía que había algo por dentro que estaba por salir.
Con la misma rapidez, Mateo sacó una aguja tras otra e inyectó en diferentes puntos de acupuntura de la señorita Navarro. Utilizo un total de 18 agujas, y todo el proceso tomó medio minuto. Además de eso, pudo poner todas las agujas en los puntos correctos de acupuntura de manera muy precisa. Esta vez, incluso Benjamín agrandó los ojos del impacto. Como un acupunturista con experiencia, pudo ver que Mateo realizó el tratamiento de acupuntura con eficiencia y que su técnica era mejor que la de él.
En ese momento, una mancha de sangre comenzó a aparecer en la frente de la señorita Navarro. Guillermo se acercó enseguida para mirar de cerca y, para su sorpresa, la punta de una aguja se asomaba poco a poco dentro de la mancha de sangre. Mateo extendió ambas manos para sujetar la aguja por la punta y después la quitó de forma lenta y gentil. Lo que sacó fue la mitad de una aguja de plata de tres centímetros de largo.
—¿Es... esta es la aguja que está bloqueando sus puntos de acupuntura? — dijo Guillermo con nerviosismo, luciendo atónito.
—¡Exacto! —respondió Mateo asintiendo la cabeza.
En un instante, Guillermo se giró para mirar a Benjamín, quien lucía desconcertado.
—Yo... yo no la dejé ahí. Ustedes no pueden creer que lo hice porque mi nombre no está escrito en la aguja...
—No se preocupe, pronto descubriremos quién lo hizo —dijo Mateo con tranquilidad.
—¡No... ¡No intentes echarme la culpa! —advirtió Benjamín a Mateo con indignación, a pensar de lucir aterrado.
En lugar de responderle, Mateo realizó la técnica de acupuntura divina en la señorita Navarro, en donde inyectó aguja tras aguja en 36 puntos de acupuntura en su cuerpo. Al inyectar la última, puso una palma sobre su frente y dijo con calma:
—Despierta.
Los párpados de la señorita Navarro comenzaron a moverse bajo la mirada fija de todos; después de estar en coma por más de un año, comenzó a abrir sus ojos poco a poco de nuevo. En un instante, se produjo una conmoción entre las personas presentes. A pesar de lucir intimidante, Guillermo se apresuró hacia la cama con los ojos llenos de lágrimas. Después de todo, ella era la hija en quien había puesto todas sus expectativas y esperanzas. No era difícil imaginarse lo contento que debía sentirse al ver a su hija por fin despierta después de estar inconsciente por un año.
—Beatriz... por... por fin despertaste —dijo Guillermo en una voz ronca.
—Papá... —dijo la señorita Navarro en una voz débil, luciendo perdida mientras observaba su alrededor.
Finalmente, Guillermo rompió en llanto; él había soñado muchas veces con escucharla decir esa palabra en el último año y ahora por fin podía escucharla en la vida real. En ese momento, Mateo gritó de un tono helado:
—Benjamín, ¡estás cavando tu propia tumba!
Mientras Guillermo estaba hablando con su hija, Benjamín alzó su mano derecha e intentó enterrar 3 agujas en la señorita Navarro, pero al mismo tiempo, Mateo pudo bloquearlas con algunas sábanas dobladas que estaban a su lado.
Guillermo lucía furioso y le hizo una seña al hombre que estaba a su lado, quien de inmediato se abalanzó contra Benjamín como un tigre feroz. Ambos comenzaron a pelear; aunque Benjamín tenía buena complexión física, no podía compararse con el otro hombre. Poco después, el hombre le rompió ambas manos a Benjamín y luego lo cargó y lo tiró al piso frente a Guillermo. El rostro de Guillermo se puso helado al pensar en las 3 agujas que avanzaron en dirección de su hija hace un momento. Si no hubiera sido por Mateo, su vida hubiera estado en peligro.
—Benjamín, ¿qué demonios estás tratando de hacer? —confrontó Guillermo con un tono frío.
Benjamín jadeó y apretó sus dientes mientras se quedaba en silencio.
—Señor Navarro, ¿por qué no le pregunta a su hija lo que sucedió? —Mateo continuó con una voz suave—. Él intentó matar a su hija en cuanto recuperó la consciencia. ¿Acaso la respuesta no es obvia?
Guillermo se giró para mirar a su hija, quien, aunque seguía débil, se esforzó por hablar con los dientes apretados:
—Papá, el hombre quien me atropelló fue... Roberto Ramírez...
—¡¿Qué?!
Guillermo se llenó de rabia después de escuchar lo que dijo su hija. ¡Roberto Ramírez era el hijo de Benjamín! En ese momento, el dilema se resolvió por completo. No era de extrañar que Benjamín se ofreciera a cuidar de la señorita Navarro. No estaba intentando salvar su vida, sino que intentaba mantenerla inconsciente lo más que pudiera para que no se revelara la verdad. Por supuesto, él no se atrevía a matarla porque, si ella moría, entonces él sería sospechoso y por ello debía aprovechar la oportunidad única y bloquear sus puntos de acupuntura con su aguja de plata cuando José llegó. Una vez que él realizara su tratamiento de acupuntura, la aguja de plata que Benjamín que inyectó antes acabaría con la vida de la señorita Navarro.
—Con razón no podía encontrar al culpable incluso después de investigar por tanto tiempo. Resulta que tú has estado tratando de sabotearme todo este tiempo. ¡Eres un maldito demente, Benjamín! —dijo Guillermo con una mirada helada.
Benjamín apretó los dientes y murmuró con una voz profunda:
—Guillermo Navarro, como dice el dicho, los ganadores se convertirán en reyes mientras que los perdedores se volverán prisioneros. Ya que he perdido esta vez, aceptaré cualquier castigo. Sin embargo, deberás dirigir tu odio solo hacia mí porque yo fui el culpable de todo...
—¡Nunca he hecho las cosas así! —gritó Guillermo en una voz helada—. Es verdad que todo fue tu culpa, pero toda la familia Ramírez debe ser castigada.
Luego de eso, Guillermo agitó sus manos y gritó:
—¡Aniquilen a todos los miembros directos de la familia Ramírez! Y al resto, ¡desaparézcanlos de Eastcliff! ¡Nunca podrán volver a poner un pie en esta ciudad!
—¡Sí, señor! —El hombre al lado Guillermo hizo una reverencia frente a él y después se retiró.
Mateo, quien estaba en una esquina de la habitación, lucía un poco sobresaltado. Guillermo se giró y se arrodilló frente a él antes de decir:
—Muchas gracias por salvar la vida de mi hija, ¡nunca lo olvidaré! Señor Lara, por favor no dude en decirme si necesita algo, ¡porque no hay nada que no pueda hacer por usted en Eastcliff!