Capítulo 2 ¿Una persona muerta puede revivir?
Con Natalia en sus brazos, Mateo corrió hacia la farmacia Cárdenas más cercana; la cadena de farmacias más grande en Eastcliff. El dueño, Salvador Cárdenas, era una figura importante en el negocio de la medicina de Eastcliff. La mayor parte de las ventas de los Coronel dependía tanto del Grupo Cárdenas ya que éste controlaba y apoyaba el sustento de los Coronel. Cada una de las farmacias del Grupo Cárdenas tenía un doctor calificado. Todos se quedaron aturdidos cuando Mateo entró a la tienda con una chica en sus brazos cubierta de sangre.
—Oye, no sirve de nada traerla a una farmacia con ese tipo de herida. ¡Será mejor que vayas al hospital de inmediato! —dijo un asistente joven en la tienda que estaba negándole el paso a Mateo—. ¡No tenemos instalaciones como las de un hospital y no podemos salvarla!
—¡No hace falta! —Mateo sacudió su cabeza y habló en voz baja—. ¡Necesito comprar un juego de agujas de plata!
—¿Agujas de plata? —El asistente de la tienda se sorprendió porque no muchas personas venían a buscar algo así.
—¿Para qué quieres comprar agujas de plata? —preguntó de repente un anciano con barba blanca.
Cuando el asistente vio al hombre, lo saludó con respeto de inmediato:
—¡Señor Higuera!
El anciano era José Higuera: un doctor genio de la Farmacia Cárdenas con habilidades médicas excepcionales que lo posicionaban en el top 3 en todo Eastcliff. El prestigio del que la Farmacia Cárdenas disfrutaba ahora tenía una conexión directa con la influencia de José en el campo. Sin embargo, Mateo no le prestó atención y repitió en un rugido profundo:
—¡Necesito comprar un juego de agujas de plata!
—Oye, ¡el señor Higuera te está hablando! —contestó el asistente con una mezcla de adulación y molestia en su voz.
—¡Quiero comprar un juego de agujas de plata! —gritó Mateo de repente.
—¿Por qué gritas? —regañó el asistente con rabia—. ¿Acaso sabes en dónde estás? ¿Por qué estás haciendo una escena? Tú...
José agitó su mano y el asistente dejó de hablar de inmediato.
—Joven, esta chica ha fallecido. ¿Por qué no mejor le haces un entierro adecuado?
—¡Aún no está muerta! —gritó Mateo.
—¿Cómo te atreves a hablarle así al señor Higuera? —el asistente quería regañar a Mateo, pero José pudo ver que Mateo estaba muy triste y lo detuvo de nuevo. Era normal que reaccionara así.
—Joven, he practicado la medicina por más de 40 años y sé lo que pasa con solo una mirada. Es verdad que esta chica ya no tiene fuerza vital.
—Lo diré una vez más, ¡no está muerta! —gritó Mateo con rabia—. Necesito agujas de plata. ¿Tienen agujas de plata?
—¿Para qué quieres agujas de plata? —preguntó José con el ceño fruncido.
—¡Quiero salvarla! —dijo Mateo en voz alta.
—¿Salvarla? —preguntó José mientras lo miraba con duda, preguntándose si había perdido la cabeza.
Una persona muerta jamás podría volver a respirar. Incluso con habilidades médicas excelentes, ¡era imposible revivir a una persona muerta! A pesar de eso, Mateo lucía calmado y brillaba con seguridad en su mirada. Eso sorprendió a José, quien dijo en voz baja:
—Esta farmacia no tiene agujas de plata.
Mateo se giró al escuchar eso y estaba a punto de retirarse cuando José continuó después de una pausa:
—Pero yo sí tengo. Te lo puedo prestar por un momento.
Mateo se paró en seco, se giró y asintió lento.
—¡Gracias!
—Tráeme mis agujas de plata y prepara el cuarto de atrás —ordenó José al asistente, quien lucía confundido.
—Señor Higuera, ella ya está muerta. Si algo sucede...
—Si algo sucede, yo me haré responsable —interrumpió José con calma.
El asistente no se atrevió a decir nada más y se fue de inmediato como le indicaron mientras Mateo llevaba a Natalia hacia el cuarto bajo el mando de José. Había una cama de hospital a la vista, así que Mateo acostó a Natalia ahí. Al mismo tiempo, José trajo un juego de agujas de plata.
—Esas son las agujas para el uso del señor Higuera, con las cuales ha salvado cientos de vidas durante años. Es tu más grande honor que te las esté prestando ahora, y las estás usando en una persona muerta. ¡Esto es un insulto para el señor Higuera! —dijo el asistente en un tono feroz.
Mateo sintió una sensación familiar inexplicable al rozar las agujas con sus dedos y su rostro rebozaba seguridad.
El asistente hizo un puchero y se burló:
—Vaya desperdicio de esfuerzo. ¡Nunca he visto que una persona muerta reviva!
—¡De acuerdo, sal del cuarto ahora! —José agitó su mano y le hizo una seña para que se fuera.
—Yo... —El asistente se sorprendió, pero aun así se fue de la habitación de mala gana.
—¿Necesitas mi ayuda? —preguntó José en voz baja. Aunque él sabía que era inútil, tal vez podría aliviar un poco de la tristeza de Mateo al ayudarlo. Él había estado en el campo de la medicina por tantos años y siempre había sido una persona amable y con una reputación respetable en Eastcliff. Incluso tenía algo de lástima y compasión hacia un extraño, lo cual contribuía a su nombre honrado y estimado.
Mateo lo miró y dijo en voz baja:
—Por favor sostenga los dos puntos de presión de aquí.
Los puntos de los que hablaba era el GV20 que se encontraba en la parte superior de la cabeza, mientras que KI1 estaba al final de los pies. El GV20 era el punto de encuentro de todas las venas y corría por todo el cuerpo. La cabeza era el punto de encuentro del Yang así como el centro de todos los pulsos mientras que el GV20 era el punto donde se juntaba la energía de los meridianos. La naturaleza de este punto de presión era el Yang, pero también tenía al Yin por dentro. Por lo tanto, podía alcanzar todas las venas del Yin y el Yang al mismo tiempo que conectaba todos los puntos de presión a su alrededor. En cuanto al Kl1 situado en la planta del pie, era donde el líquido del riñón fluía fuera de la superficie.
Aunque José tenía sus dudas, hizo lo que le pidió y aplicó presión en esos dos puntos. Mateo respiró profundo con las agujas en su mano y de pronto puso las 3 agujas en la cara de Natalia al mismo tiempo. Los ojos de José casi se salen de sus órbitas al ver que había puesto las tres agujas en los tres puntos de presión sin el más mínimo error. Incluso después de décadas practicando medicina y con una larga experiencia, él no era capaz de ponerlas de forma tan precisa al mismo tiempo. «¿Cómo es posible que este joven tenga habilidades tan avanzadas?»
Sin embargo, incluso con esas habilidades extraordinarias no era posible revivir a una persona. Mientras José estaba hundido en sus pensamientos, Mateo ya había puesto 23 agujas en diferentes puntos de presión en todo el cuerpo de Natalia. El rostro de José pasó de solemne a sorprendido cuando vio el posicionamiento de las agujas de metal. Su rostro se mantuvo congelado hasta que Mateo insertó la última aguja. En ese momento, Natalia, quien se suponía que estaba muerta, soltó un pequeño respiro y sus dedos se movieron un poco.
—Joven, la... la técnica que acabas de utilizar... ¿Tiene un nombre? —tartamudeó José aturdido después de recuperarse de su estado inmóvil. A decir verdad, en el fondo él ya se lo imaginaba, pero era demasiado difícil para él creerlo, así que tuvo que preguntar.
—Es la habilidad divina de acupuntura —respondió Mateo con una cara seria.
—¡Lo sabía! —dijo José con entusiasmo
—Mi gran maestro dijo una vez que solo la habilidad divina de acupuntura podría devolver la vida en este mundo —continuó, aun temblando—. Sin embargo, esta técnica ha estado perdida por siglos. ¡No me esperaba que tuviera la oportunidad de presenciarla el día de hoy! ¡Los cielos se han apiadado de mí!
Cuando terminó de hablar, José juntó sus manos e hizo reverencia a Mateo mientras decía:
—Joven, disculpe mi ignorancia y perdóname si le he ofendido antes.
—¡Por favor no diga eso! —Mateo pausó y continuó en voz baja—. ¡Y por favor no le diga a nadie sobre esto!
Era mejor mantener el dije de jade en secreto por ahora. Después de todo, la familia de Mateo fue aniquilada por dicho jade. José se sorprendió al principio, pero luego lo entendió de inmediato; esa era una técnica extraordinaria y nadie sabía lo que podía pasar si se anunciaba al público.
—No se preocupe, joven. ¡En definitiva no le diré a nadie más! —prometió.
En ese momento, se escuchó una conmoción desde la puerta.
—Por aquí, señor Madero. No tengo idea de qué truco está usando ese hombre, pero el señor Higuera dejó que metiera a una chica muerta. Es un presagio muy malo, ¿no lo cree?
La puerta se abrió y el asistente de la tienda regresó al cuarto con el gerente. Cuando el señor Madero vio a José, sonrió de forma agradable y preguntó con respeto:
—Señor Higuera, ¿por qué no se toma un descanso y deja que me encargue de la situación aquí?
No obstante, José no le prestó atención pues seguía observando a Mateo con respeto. Al señor Madero no le importó eso y, después de echar un vistazo a la habitación, dijo con frialdad:
—¡Saca a este cuerpo sin vida de aquí!
—¡¿Cómo te atreves?! —gritó José con rabia.
El señor Madero saltó de sorpresa y dijo en voz baja:
—Señor Higuera, esta persona está muerta. Si la mantenemos aquí...
—¿Quién dijo que estaba muerta? —interrumpió furioso—. ¿No puedes ver que este joven, no, este caballero ha...
José quería explicar cómo Mateo había salvado la vida de Natalia, pero se contuvo de repente. Si hubiera continuado, ¿no estaría contando el secreto de Mateo?
—A esta chica solo estaba bastante herida —dijo y los regañó con seriedad—. Salgan de aquí, ¡tengo que atenderla!
—¿Eh? —El señor Madero estaba impactado—. Señor Higuera, ¿no dijo que estaba muerta hace un momento?
—Cometí un error y juzgué erróneamente su condición —dijo José y después preguntó con un resoplido —¿Te vas a burlar de mi por mi mala vista?
En un instante, el señor Madero comenzó a sudar frío por la frente. Como el pilar de fuerza de la Farmacia Cárdenas, incluso el mismo dueño tenía que ser respetuoso con José. «¿Cómo pude ofender a una persona como él?» Pensó el señor Madero.
—¡Salgan de aquí! —gritó José de nuevo.
—¡S... sí, claro, claro!
El señor Madero asintió e hizo una reverencia profunda antes de sacar al asistente de la tienda junto con él. Cuando estaban afuera, se podía escuchar la voz furiosa del señor Madero regañando al asistente de la tienda.
—¿Eso era una persona muerta para ti? Maldición, ¿estás tratando de meterme en problemas?