En ese momento, Sasha tuvo una epifanía cuando lentamente asintió con la cabeza y dijo:
—Tienes razón. Ninguna cantidad de dinero podría compensarlo si algo le sucediera a la única hija del señor Navarro —Luego su voz se quebró—. Yo sólo... Nunca pensé que llegaría el día en el que tendríamos una casa tan maravillosa.
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