Capítulo 1919 Un rival duro
Mateo miró a su alrededor, pero no había ni un alma. Aun así, permaneció alerta. Salazar no era de los que daban falsas alarmas. Tras unos minutos de espera, alguien se acercó a él. No era otro que Salazar.
Salazar se puso un dedo en los labios y se acercó a Mateo en silencio. Luego señaló el patio del centro, indicando a Mateo que echara un vistazo.
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