Capítulo 1635 He tratado a todos
Los pacientes estaban tan asustados que se congelaron en el acto, ni siquiera esquivar las agujas de plata perforando su piel. Mateo no se detuvo, recogiendo un segundo puñado de agujas de plata y arrojándolo a otro grupo de pacientes. En menos de tres minutos, se las arregló para terminar la bolsa de agujas de plata, las cuales habían entrado en la piel de los pacientes restantes. Los pacientes permanecían inmóviles, confundidos ante lo que estaba ocurriendo.
Después de haber terminado con las agujas, Mateo no se detuvo. En su lugar, sacó tres frascos de porcelana y vertió varias pastillas. Luego se acercó a cada paciente y les echó las pastillas en la boca. Algunos tomaron una o dos, mientras que otros no tomaron ninguna. Una vez terminadas las pastillas, retiró las agujas del cuerpo de cada paciente.
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