Capítulo 1297 ¡Cómo te atreves a intimidar a un niño!
A Mateo no le gustó lo despiadado que era el camarero, así que se puso de pie y torció el brazo del camarero para casi dislocarlo. Gritando de dolor, el camarero suplicó:
—¡Duele! ¡Déjame ir, déjame ir!
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