Tan rápido como la familia se bajó del coche, fue rodeada por veinte o más hombres fornidos. Todos tenían un bate de beisbol en sus manos y una apariencia tan feroz que daba escalofríos. En especial, el grandote tatuado, que lideraba el grupo y tenía un machete con sangre goteando en su mano, como si acabara de lastimar a alguien:
—Chico, ¿tú eres Lin Fan? —Los ojos de Perro Rabioso estaban puestos en Lin Fan como si mirara a una presa.
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