Bai Yi también estaba desconcertada porque podía percibir con claridad el miedo que le tenía Qin Xianzhong. Zhu Ru, por otro lado, estaba furiosa.
—¿Acaso te volviste loco? —rugió ella enloquecida—. Culpa de ella estás así, pero ¿aún quieres complacerla como un perro? Eres igual que ella, ambos son basura.
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