El banco era un completo caos.
Con una sonrisa amenazante, Li Xiangru le ordenó a un grupo de guardias de seguridad que forzaran a Shen Yumei y a Bai Shan para que confesaran. Mientras tanto, imaginaba cómo Li Huairen la iba a recompensar por haber detenido a los ladrones que habían robado su tarjeta.
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