Los ojos de Wang Mingzhe brillaron con un odio inmenso al ver a Lin Fan; sus ojos reflejaban un gran triunfo. Era como si Lin Fan se hubiera convertido en una presa fácil que no podía evitar que le pasaran por arriba. Juró que nunca dejaría que Lin Fan, ese inútil, saliera vivo de allí aquella vez.
—Lin Fan, te he estado esperando mucho tiempo —dijo Wang Mingzhe mientras se acercaba a él de manera malévola y con una sonrisa burlona.
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