Lágrimas le caían por el rostro a Bai Yi, pero eran lágrimas de resentimiento y dolor. Sabía muy bien lo que esa mujer le había hecho. Al oír su respuesta, en lugar de sentirse avergonzada, Li Xijun rio.
—Bai Yi, el hecho de que me insultes no me molesta en absoluto. Al contrario, ¡me hace feliz! Sé que no te está yendo bien ahora, y eso me hace sentir bien.
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