Con un movimiento de mano de Jin Gang, sus discípulos sacaron a Li Xiong del cuadrilátero para tratar la herida. El maestro miró a la multitud de la ciudad de Jiang con intensidad, sus ojos estaban llenos de rabia y crueldad. Parecía dispuesto a despellejar vivo a alguien. Esa mirada feroz causó miedo en todos los espectadores de la ciudad de Jiang, que bajaron la cabeza para evitar contacto visual con él; sentían como su mirada les producía escalofríos.
—¡Qué habilidad tan extraordinaria tienes! Lograste herir a mi discípulo con solo un carozo de durazno. Parece que, después de todo, hay algunos luchadores competentes en la ciudad de Jiang. Pero, me temo que hasta ahí llega. Mis discípulos y yo continuaremos desafiándote en los combates que siguen. Si tienes agallas, te sugiero que salgas de donde estés y nos enfrentes cara a cara, como un hombre —resopló Jin Gang y luego contempló a la multitud de la ciudad de Jiang antes de saltar del cuadrilátero.
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