Tras escuchar las palabras de los comandantes y mirar la cabeza decapitada de Yang Mingyu, Yang Tianhao y el resto de la familia Yang sintieron oleadas de frío por todo el cuerpo. Sentían como si les hubieran volado la cabeza.
Los dos comandantes ya no estaban interesados en ellos. Con un gesto con la mano, ordenaron a los cientos de soldados de la Legión del Dragón y el Tigre abandonar la casa de la familia Yang. El rugido de los motores desapareció de a poco, y la familia Yang sintió como si se hubieran quedado sin energía. Uno por uno, cayeron al suelo, respirando con dificultad. En ese momento se dieron cuenta de que tenían la espalda cubierta de sudor. Sentían que habían estado en las puertas del infierno.
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