Jin Chengen se rio con felicidad mientras le lanzaba una mirada triunfal a Lin Fan.
—Lo siento, Lin Fan. Parece que mi salvador está aquí y tengo que marcharme ahora. ¡Adiós! —Luego, como si no estuviera satisfecho, añadió—: Pasaré a visitarlos a ti y a Bai Yi cuando tenga tiempo. Hasta entonces, asegúrate de cuidarla, no querría que terminara en mi cama por accidente, ¿no? —Tras hablar, comenzó a levantarse del suelo.
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