Por otro lado, Lin Fan se enfureció en el instante que vio a Lin Chentao. Jamás se olvidaría de la imagen de ese sujeto golpeando a su madre sin parar hacía tantos años atrás. Ella le rogaba desesperada a que lo dejara ir a él, solo tenía diez años en aquel entonces, pero el hombre solo respondió con golpes brutales y risas. Desde entonces, el odio y el dolor se aferraron a Lin Fan como una maldición y sabía que solo podía detener esa agonía al asesinarlo.
«Maldición, Lin Chentao».
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