Las palabras del director Xu hicieron que el corazón de todos se acelerara al instante. En un segundo, toda la sala de subastas quedó en completo silencio y solo se oía una respiración fuerte y acelerada, se sentían como si se estuvieran asfixiando. «¿Ni siquiera quinientos mil millones pueden comprar ese viejo sello? ¡Es una auténtica locura! ¿Qué puede valer más de quinientos mil millones en el mundo?» En ese momento, ninguno de ellos podía creer lo que acababan de oír. Con miradas horrorizadas, observaron con atención el sello en la mano del director Xu. No solo ellos, sino la cara de Xiao Youwei vislumbraba sorpresa y terror también. Desde un principio, él ya había pensado que el sello le resultaba familiar y que lo había visto antes en alguna parte. Ahora que veía la reacción del director Xu, estaba casi seguro de lo que significaba ese sello. Su viejo cuerpo tembló de inmediato con fuerza y la premonición siniestra que sintió fue muy fuerte.
—Es imposible, esto no puede ser. ¡¿Por qué el rey le daría el sello a este perdedor?! —Xiao Youwei estaba angustiado y movía la cabeza descontroladamente. Sus manos estaban muy apretadas y su expresión era sombría.
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