Cuando escucharon esa voz conocida, todos quedaron paralizados. Por un instante, se preguntaron si estaban alucinando. Esa voz… ¿Era Lin Fan? ¿Cómo era posible? El dios de la Prisión Sangrienta ya lo debería haber matado. Todos se voltearon a mirar horrorizados y vieron que la puerta de la sala de reuniones estaba abierta. Lin Fan, quien todos pensaban que había sido asesinado, estaba parado en la puerta. Su mirada era perspicaz y miraba directo hacia Huangfu Xuan.
No podía ser posible. La audiencia estaba alborotada como si acabaran de ver a un fantasma. El dios de la Prisión Sangrienta había entrado a esa sala, ¿cómo podía ser posible que ese muchacho escapara sin un rasguño? Eso no estaba bien, algo malo debía haber sucedido. Todos estaban tan aterrorizados que casi mojan sus pantalones; lo que estaba sucediendo frente a ellos era demasiado extraño.
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