—Y…yo…
Bai Hu casi moja sus pantalones del miedo. Después de tartamudear un rato, seguía sin poder decir otra cosa. Cuando notó las miradas furiosas de sus amos, casi se volvió loco. «¿Por qué demonios querría tus propiedades?» Bai Hu ya deseaba morir. Se las había arreglado para apaciguar a Dragón y Tigre con mucha dificultad. Pero ahora, ver a Bai Yi arrodillada los hizo enojar de nuevo. Sin dudas, ese día le causaría la muerte.
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