¡Crac! Se pudo escuchar de lejos el sonido de los huesos quebrándose. Qin Shou quedó aturdido durante un segundo por el sonido antes de darse cuenta, para su sorpresa, de que uno de sus dedos, que sostenía Lin Fan, se había doblado hacia atrás.
—¡Aaaayyyy! —Qin Shou gritó mientras el dolor agudo de su dedo subía por su brazo. ¡Se había quebrado el dedo! Qin Shou jamás imaginó que el joven andrajoso que tenía delante se atrevería a quebrarle el dedo.
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