Shen Yumei y los demás todavía estaban tan sorprendidos que no lo podían creer; pero lo que sucedió después, los dejo tan asustados como si hubiesen entrado al infierno mismo.
¡Brrrum, brrrum, brrrum! De nuevo, se escuchó el rugido de motores, mientras muchos autos lujosos se dirigían con furia hacia ellos desde la calle al norte. Eran entre veinte y treinta autos lujosos.
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