Por mucho que Xu Yourong intentara resistirse, al final, Wang Yalan la empujó a una sala privada del restaurante. El sentimiento de temor de la joven se intensificó; le era imposible sacudirse esa sensación de que algo estaba mal.
—Usted es la señorita Xu Yourong, ¿verdad? Venga, venga. Siéntese. Esta copa es para usted. —Li Yinsheng le dio la bienvenida, escaneándola de arriba abajo y relamiéndose los labios.
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