Capítulo 1759 La audaz reivindicación
Después de ducharse y curar sus heridas, Francisca siguió a la enfermera hasta el estudio. Al empujar la puerta, entraron rayos de sol brillantes. La habitación estaba rodeada por un tabique de cristal que sustituía a la pared de ladrillo y que dejaba ver el bosque de bambú que tenía enfrente. Las frondosas hojas del bambú se mecían armoniosas cuando la fresca brisa las recorría. El pintoresco paisaje hacía que el estudio fuera fresco y elegante.
La luz del sol atravesaba el bosque de bambú y se filtraba por la pared de cristal. La calidez que se filtraba con los rayos hacía que el ambiente fuera tranquilo y relajante. Sentado en una silla de madera contra la pared de cristal, Danrique estaba absorto revisando unos documentos en su tableta. Las magnolias que tenía a su lado estaban en su temporada de florear y un fresco aroma floral impregnaba toda la habitación.
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