Adriana bajó la cabeza con aprensión y no se atrevió a hacer ningún ruido. No se atrevió a decirle que fue Marco quien hizo una excepción y la reclutó. Tampoco se atrevió a revelar que él solía ser el subordinado de su padre y que solo la reclutó porque tenía alguna mala intención hacia ella.
—La recluté yo mismo —soltó Dante de forma plácida.
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