Capítulo 65 Ricos y poderosos
Sin embargo, antes de que pudiera levantarse de la cama para arrancar la bata del cuerpo de Dante, éste ya había desaparecido de la habitación. Intentó levantarse y gritar su nombre, pero una sirvienta cerró la puerta tras él. Adriana se desplomó sobre la cama, decepcionada. «Supongo que por ahora me tomaré el tiempo para descansar y recuperarme. Todo lo demás puede esperar». Mientras tanto, Dante sonrió cuando volvió a la seguridad de su propia habitación, mientras sus labios se curvaban en una sonrisa encantadora. «¡Es tan adorable cuando se comporta como una idiota!». A Adriana le costó conciliar el sueño esa noche, aunque no era nada relacionado con el dolor de sus heridas. Su mente se agitó al pensar en el chip y en Dante, aunque eran asuntos ajenos. Sin embargo, ambos la preocupaban mucho. «¿Cuándo podré salir de este problema?». A la mañana siguiente, Adriana se despertó de golpe al oír el sonido de su móvil. Era una llamada de sus hijos, y los calmó con unas rápidas palabras antes de colgar. Lo último que quería era que alguien se enterara de la existencia de sus hijos. Teniendo en cuenta el número de enemigos que tenía la Corporación Ventura antes de su caída en desgracia, exponer a sus hijos significaría un desastre para ella. Unos minutos después, Renata y su asistente entraron para cambiarle las vendas, y Dante pasó por allí en el momento en que se abrió la puerta. Adriana consiguió verlo como una deidad con su traje negro y la luz del sol de la mañana. Estaba hablando con alguien en su móvil cuando pasó, y miró a Adriana por delante de su puerta. Hicieron contacto visual, y la calma de él contrastó mucho con la mirada de pánico de ella. Dante se fue a toda prisa apenas unos segundos después, pero ella lo siguió con la mirada, intentando averiguar si había sido la persona con la que estuvo hace cuatro años. «No parece alguien que se pudiera convertir de buena gana en el perrito faldero de esas sugar mommies…».
—Señorita Ventura, voy a cambiarle las vendas. Puede que le duela un poco, así que prepárese —dijo Renata en tono tierno.
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