—Eso es genial. —Wilfrido dejó escapar un largo suspiro—. Rolando arriesgó su vida para encontrarse con Su Majestad por mi bien. Si algo malo le sucede, nunca me perdonaré.
—Está bien. Deja de culparte a ti mismo. —Francisca le dio unas palmaditas en el hombro—. Ve y descansa antes. Ahora…
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