Capítulo 1132 El orgullo de un hombre
De vuelta en casa, Adriana fue a ver a Diana. Había tomado su medicación y estaba profundamente dormida. Hilda estaba a su lado, dándole suaves palmaditas en la espalda. Acurrucándose en los brazos de Hilda con su alpaca blanca, Diana se veía muy linda. Después de meterlos a ambos, Adriana agradeció a Hilda con suavidad:
—Lo aprecio, Hilda.
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