Capítulo 248 Una carta
Adriana no pudo evitar sentir que le ardía la nariz mientras las lágrimas se agolpaban en sus ojos.
—Mi juicio me dice que tomaste la decisión equivocada. —Miguel se lamentó—. Pero, ¿qué puedo hacer? Siempre eres tan testaruda, hasta el punto de que no tengo la confianza para tratar de persuadirte de que no lo hagas, como hace cuatro años… —Tras una breve pausa, sonrió y comentó de forma auto despectiva—: Solo puedo dejarte ir para que hagas lo que quieras. Un día, cuando te hartes de los problemas del mundo y de los hombres, entonces me apreciarás por lo que soy. ¡En ese momento, cuando te des la vuelta, me verás allí!
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