Dante se veía muy orgulloso cuando dijo eso y Adriana se rio. A continuación, le pellizcó la mejilla y trató de asustarlo:
—¿Cómo sabes que no estoy fingiendo como Pedro para mentirte? ¿Y si Cristian me puso las manos encima? Tal vez tuve que mentirte para mantenerme a salvo.
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