Capítulo 1174 Una hermosa mañana
A la mañana siguiente, Adriana se despertó con las risas de los niños. Bostezó, se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. En el momento en que abrió la cortina, los niños, que se perseguían unos a otros jugueteando, aparecieron. En ese mismo momento, sus labios se curvaron en una sonrisa sin darse cuenta.
Desde que las adorables trillizas de Danrique estaban allí, Roberto y Diana se animaron mucho. Las tres pequeñas, que apenas tenían tres años, estaban en su etapa más animada y despreocupada. Además, poseían la capacidad única de alegrar el día a todo el mundo con su vivacidad.
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