—Papi regresó después de eso y trabajó toda la noche —añadió Roberto—. Sé que también arregló mi invento. Uno de los tornillos se perdió y no pude armarlo todo, pero ahora que lo vi estaba bien. Debió ser papi. Debió encontrar ese tornillo que le faltaba.
—Papi… —Patricio comenzó a sollozar.
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