—¿Cómo está tu herida? ¿Es grave? —Hernán fue al grano después de la llamada.
—Eres muy directo, ¿verdad? —Dante dejó escapar una fría sonrisa—. Ya lo sospechaba cuando la Señora Reyes vino a propósito para prepararles el desayuno a los niños. Sabía que fuiste tú quien la envió.
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