Capítulo 242 Seré solo tuya
Después de estar atada durante Dios sabe cuánto tiempo, Adriana sintió que sus miembros se entumecían. Intentó liberarse con todas sus fuerzas, pero las muñecas y los tobillos ya le ardían. Parecía que la tela iba a cortarlos. Al final, dejó de luchar para ahorrar energía. Entonces se dio cuenta de que había tanto silencio fuera que no podía oír nada. Supuso que los guardaespaldas y las mucamas sabían que Dante estaba furioso, por eso no se atrevían a hacerlo enojar más.
De repente, sonó su móvil y pudo ver que era Miguel el que llamaba. Intentó mover el brazo para contestar, pero no lo consiguió. Lo único que pudo hacer fue mirar con atención hasta que la llamada terminó sola. Después de un largo rato, notó una luz bailando alrededor de su ventana. Se alegró de ello, ya que suponía que era Miguel haciendo alguna señal. Quiso responder, pero tenía la boca tapada.
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