Capítulo 188 Amarte es mi condena: felices por siempre
Salvador inhaló profundo, tenía los ojos aguados, su respiración era irregular, miró con ternura a su hijo, a los dos nos les importó que el médico se hubiera equivocado y que tuvieran un varón.
—Debemos pensar en un nombre —dijo Majo mientras besaba la frente de su pequeño hijo—, se parece a ti —susurró y miró a Salvador.
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