Capítulo 132 Amarte es mi condena: ¡te daré motivos para volver!
Arismendi corrió a su alcoba, se metió a la ducha y en cuestión de cinco minutos salió, se vistió con rapidez, mientras sus hombres alistaban los autos blindados y las armas, no era un delincuente, tampoco un mafioso, pero cuando se trataba de defender a los desvalidos, a los indefensos, y a la gente que él quería, no le importaba convertirse en el mismísimo satanás con tal de hacer justicia.
Salió con rapidez por el pasillo, y se encontró con Majo, ella había hecho lo mismo, se había bañado cómo Flash, pero ella seguía envuelta en una bata.
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