Capítulo 143 Amarte es mi condena: ¡haré justicia!
Arismendi sabía que no podía ponerse a pelear, que seguramente su cabeza ya tenía un precio, y aunque ahora su corazón estaba roto, no deseaba morir, no hasta vengarse y ver a María Joaquina Duque destruida, tal como ella lo hizo con él.
—Así es, todos cuando caemos en este lugar, nos volvemos iguales, o hasta peores —musitó. —¿Cuánto por darme seguridad?
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