Capítulo 52 ¡Serás la carnada!
Instantes después Lu abrió sus ojos, se sentó de golpe, frunció el ceño todo le daba vueltas, pero la opresión y la angustia en su pecho era más grande, se encontraba confundida, alterada.
—¡Emiliano! —exclamó sollozando—, él nos va a proteger, siempre lo hace —empezó a decir, abrazando sus piernas, balanceándose. —¡NO! —gritó—, él también está en peligro, hay que avisarle —suplicó.
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