Capítulo 80 Recaída
Majo se encontraba en la pérgola, alejada de la casa, se hallaba sentada en una hamaca, abrazada así misma, sin dejar de llorar.
—No puedes estar muerto, eres el abogado del diablo, debes tener un pacto m@ldito Salvador Arismendi —masculló apretando sus puños—, no debería dolerme tu muerte, ni siquiera éramos amigos, pero no dejo de pensar que salvaste mi vida. ¿Por qué? ¿Por qué no te salvaste tú? —Colocó su mano en el pecho, en verdad le dolía la muerte de aquel infeliz.
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