Capítulo 147 Amarte es mi condena: medidas extremas
Sebastián logró sostener en sus brazos a Majo. Salvador abrió sus ojos, palideció, no lo pensó dos veces, no le importó la traición, o si ella lo estaba engañando, se saltó los protocolos y en cuestión de segundos estaba a su lado, quiso agarrarla de la mano.
—No te le acerques —gruñó Sebastián.
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