Capítulo 146 Amarte es mi condena: ¡que sea apresada!
Desde la prisión, Salvador seguía comunicado con el mundo, a pesar que lo tenían vigilado, había conseguido un móvil de alta tecnología, que no fuera fácil de rastrear, y la persona que vigilaba a Majo, le envió el video.
—Así que todo fue una trampa para beneficiar a tu noviecito, tus falsos besos, tus palabras de amor, tus caricias, todo…—gruñó, apretó los puños, en una de las paredes, tenía la imagen de ella junto con la de sus demás enemigos.
Obtiene más cupones de libro que los de la app Recargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread