Capítulo 134 Amarte es mi condena: que el infierno arda a nuestro alrededor
María Joaquina salió corriendo sin rumbo fijo, no podía creer que Sebastián fuera capaz de semejante bajeza, pero ahora que conocía algo de la vida de Salvador, confiaba más en él.
Se sentó en una piedra gimoteando, sin tener sus ideas claras.
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