Capítulo 174 Amarte es mi condena: ¿qué? ¡ella me va a hundir!
Salvador alzó ambas cejas, la miró a los ojos, no quería que se arriesgara, pero ya estaban metidos en eso desde hacía mucho tiempo, y sabía que ella no iba a desistir, exhaló un largo suspiro, se quedó en silencio por varios minutos.
—No estoy muy de acuerdo —comentó, la miró a los ojos—, pero es la única oportunidad que tenemos para refundirlos en prisión, sin embargo, al primer indicio de que nuestro bebé corra peligro abandonarás el caso. —Colocó su mano en el vientre de ella. —¿Tenemos un trato?
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