Capítulo 145 Amarte es mi condena: continuar mi gran teatro
Arismendi se aclaró la garganta, constató lo que afuera se decía, que estos criminales gozaban de beneficios, pero para eso debían estar involucrados con gente importante.
—No, solo vine a charlar. —Y miró ahí sobre la mesa un juego de naipes.
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