Capítulo 184 Amarte es mi condena: todo llega en su momento
Sebastián limpiaba los patios del penal donde se encontraba recluido, aunque a él no le habían dado el mismo castigo que Araujo, los demás reos siempre se burlaban de él, le robaban sus pertenencias, lo golpeaban a cambio de que hiciera sus tareas, y los guardias lo ponían a hacer trabajos de limpieza que jamás imaginó.
—Doctor Saenz —dijo uno de los reos sosteniendo una hoja de períodico—, le tenemos noticias importantes.
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