Capítulo 91 ¡Mi prisionera!
Majo observaba por todo lado aquella lujosa casa, que más que una residencia parecía una fortaleza. Ella no sabía en donde se encontraba, el hombre de confianza de Salvador aceptó llevarla hasta allá, con los ojos vendados; viajaron en auto, y luego en un helicóptero; sin embargo, desde los amplios ventanales de aquel salón, tenía una vista impresionante a las montañas, y aquel bosque que rodeaba esa mansión.
Los ojos de Majo se clavaron en un estante de madera de roble, en donde reposaban varios libros.
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