Capítulo 86 Jugar con fuego es peligroso
Más tarde cuando la mayoría de la familia se fue a dormir, y los demás a sus debidas residencias, Lu y Miguel contemplaban el anochecer desde la terraza de la habitación de él en la hacienda.
—Se respira tanta paz —comentó Lu, suspiró profundo—, me parece un sueño estar otra vez en mi país, en esta casa, y que mis hijos conocieran la hacienda.
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