Capítulo 338 Refugiándose
Mientras abrazaba con fuerza a Melisa, nadé hacia la otra orilla. En realidad, era consciente de que tenía una figura soberbia y una piel suave, pero ¡no le di importancia debido a que estaba huyendo para permanecer vivo! Tras sujetarla todo el tiempo, por fin llegué a la orilla. Entonces, nadé de vuelta y le dije a Celeste:
—Vamos.
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