Capítulo 306 Un largo camino por delante
Tomé la escalera y subí al tercer piso. Era un espacio amplio y muy iluminado. En el centro había un podio que tenía una insignia dorada. Cuando me fijé bien, me di cuenta de que el hombre que estaba vigilando la entrada hacía un rato, estaba ahora sentado junto al podio con las piernas cruzadas. Cuando me vio, dijo con tono de voz impresionado:
—¡No puedo creer que hayas tardado tan poco en pasar la primera y la segunda prueba! Al principio pensé que necesitarías más tiempo para llegar hasta aquí.
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